Facebook se da golpes de pecho

En los interrogatorios en el congreso norteamericano, Mark Zuckerberg admitió, por enésima vez, su responsabilidad por el mal manejo de los datos de sus usuarios y prometió solucionar los problemas de noticias falsas y mensajes extremistas en la red social. Pero dijo que su modelo de negocio no será tocado.

Podría cambiar la historia de la regulación sobre Internet, o podría no pasar nada. La comparecencia de Mark Zuckerberg, el CEO de Facebook, ante dos comisiones conjuntas de congresistas norteamericanos la semana pasada dejó sentimientos de decepción entre quienes esperaban medidas radicales para poner fin a los problemas que las redes sociales han traído consigo.

Las dos sesiones en las que Zuckerberg respondió las preguntas de los congresistas fueron duras, especialmente la segunda, el día miércoles, cuando fue acorralado varias veces con cuestionamientos que el siempre parco fundador de la red social más popular del mundo, respondió con monosílabos. “Le gustaría que le preguntáramos el nombre del hotel en el que se hospedó anoche?” le preguntó el senador demócrata Richard Durbin, para iniciar sus cuestionamientos acerca de la privacidad. A Zuckerberg le cuestionaron de todo: La bancada afroamericana fue urticante al denunciar no solo la escasa diversidad étnica en la compañía, que tiene sólo 3 por ciento de su personal de raza negra y 5 por ciento de latinoamericanos, sino la divulgación de avisos manipulados contra los activistas negros durante la campaña presidencial de Donald Trump,  y la publicidad segmentada de una constructora de vivienda que pidió a Facebook mostrar sus anuncios sólo a población blanca. Se le preguntó qué piensa hacer para impedir que Facebook siga siendo utilizando en Myanmar para promover el exterminio de la población Rohinya, y cómo auditará la información de los dos mil millones de usuarios que podría estar en manos de miles de otras empresas, aparte del caso Cambridge Analytica.

El senador Ben Lujan interrogó sobre los “perfiles oscuros”, información que posee Facebook acerca de personas que ni siquiera tienen una cuenta en esta red social. Ese día se supo que no es necesario estar en Facebook para vivir bajo su observación. Zuckerberg respondió a la mayoría de preguntas con su habitual “no lo sé” o “fue mi culpa, pudimos hacerlo mejor”. Varios congresistas, con ayuda de la prensa especializada, recapitularon las decenas de veces que, desde hace más de diez años, Zuckerberg ha reconocido sus errores y prometido arreglarlos. “”No sabías qué era un perfil oculto. No sabías cuántas aplicaciones necesitas auditar. No sabías a cuántas firmas se han vendido los datos del Dr. Kogan, aparte de Cambridge Analytica” le dijo la representante demócrata Debbie Dingell.

El CEO de la red social, esta vez vestido de traje y corbata, se mantuvo tranquilo y amable y en esencia, respondió lo que ya había dicho a los medios una semana atrás: que admite su responsabilidad por la entrega de datos de 87 millones de usuarios a la empresa Cambridge Analytica y que va a esforzarse para solucionar los problemas. Pero estos son de dimensión descomunal: notificas falsas con las que se manipulan resultados electorales, mensajes de odio y xenofobia, venta de datos privados de sus usuarios para utilización por terceros, y utilización de la plataforma para campañas políticas e ideológicas extremistas y violentas.

El problema de Facebook es, en realidad, delicado. Los congresistas demostraron que la empresa ha sido incapaz de autorregularse, porque su modelo de negocio se basa justamente en la minería de datos de sus usuarios, para aprovecharla en el mundo de la publicidad. Con las tecnologías actuales de Big Data e Inteligencia Artificial, la información que las personas dejan a diario en su vida digital es capturada, procesada y analizada para encontrar patrones de consumo, hábitos, tendencias y gustos, y esta información es puesta al servicio de estrategias publicitarias, comérciales o políticas. Empresas de mercadeo compran a Facebook esa información y hacen cosas increíbles con ella, desde llegar con anuncios casi personalizados hasta cambiar gobiernos en varios países. El mismo día de la primera comparecencia de Zuckerberg, el marte 10 de abril, Cambridge Analytica expidió un comunicado resaltando que la información que utilizó en sus maniobras políticas la adquirió legalmente, sin violar normativa alguna. Y era verdad. En eso se basa el negocio de Facebook, en mercadear los resultados de su avanzada minería de datos. Pero Facebook no es la única que lo hace. Todas las grandes plataformas de Internet (Google, Whatsapp, Instagram y Twitter) tiene el mismo negocio. Y es la razón por la que todos esos servicios son gratuitos. Sus enormes bases de datos de usuarios constituyen una mina de oro que vale mucho más que los cuatro o cinco dólares que podrían cobrar a cada suscriptor. Zuckerberg fue claro y tajante el miércoles en afirmar que Facebook seguirá siendo gratis y que su modelo de negocio no va a cambiar.

La principal preocupación durante la semana pasada giró en torno a qué hacer para ponerle fin al problema. Varias consideraciones salieron a la luz. Una es que no se puede regular Facebook sino a toda la Internet en general. Pero imponer nuevas regulaciones sobre Internet amenazaría la muy valorada libertad de la Web y acabaría con un bastión esencial hoy de participación ciudadana y libertad de prensa, e impediría que las partes buenas de la Inteligencia Artificial y los algoritmos se utilicen en beneficio de la economía y la innovación. La democracia, en varios sentidos, depende de Internet. Otra, la indefinición corporativa de Facebook. ¿Es una empresa de medios? ¿Es una empresa de publicidad?  ¿Es una compañía financiera? Para cada una de esas tres categorías existes marcos regulatorios claros, pero Facebook no se ajusta a ninguna de ellas de modo concreto. “Considero que somos una empresa de tecnología” dijo en este punto, Zuckerberg a los congresistas.

Facebook permanece imperturbable en su negocio. De hecho, al salir de la reunión con los congresistas, Zuckerberg recibió la noticia de un repunte de 4.5 por ciento en el valor de la compañía

Se ha discutido la posibilidad de tratar a Facebook como un monopolio y aplicarle la legislación respectiva, que bloquearía sus adquisiciones y la obligaría a dividirse en diferentes empresas, como se hace cuando un monopolio perjudica a los consumidores.

Europa, entre tanto, ya adoptó un camino. En semanas entrará en vigor la nueva reforma de privacidad de datos, que impone duras y restrictivas condiciones a las plataformas tecnológicas. El propio Zuckerberg, y ese fue tal vez su mejor anuncio la semana pasada, dijo que Facebook acatará estas medidas incluso en territorio norteamericano, aunque no exista en su país una ley que lo exija.

Parece que el congreso norteamericano tardará bastante en construir un marco legal que pueda poner en cintura a las redes sociales. Y entre tanto, Facebook permanece imperturbable en su negocio. De hecho, al salir de la reunión con los congresistas, Zuckerberg recibió la noticia de un repunte de 4.5 por ciento en el valor de la compañía, después de la caída del 14 por ciento cuando estalló el escándalo de Cambridge Analytica. Los mercados financieros respaldaron a la red social.

Publicado originalmente en revista SEMANA, edición 1876, abril de 2018

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