No es el momento para los robots

La crisis de empleo que se viene en la era post cuarentena obliga a cambiar las ideas sobre transformación digital.

Por Álvaro Montes

Los simpáticos robots que reparten pizza por estos días en el barrio El Poblado en Medellín son un tanto inoportunos. Fedesarrollo calcula que 1,4 millones de colombianos quedarán sin empleo. Miles de personas fueron despedidas o enviadas a licencia no remunerada y la alternativa más inmediata para muchos es tomar una bicicleta y darse de alta como repartidor de domicilios en alguna de las plataformas existentes. ¿Por qué Rappi decidió justo ahora probar qué tan bueno sería robotizar la entrega de comida?  El tema hace pensar, más allá de este caso particular, en si tiene sentido continuar con los planes de automatización de la industria y qué pasará con los proyectos de transformación digital de la economía colombiana.

Los 14 robots de Rappi son producidos por la startup colombiana Kiwibots. Permanecen estacionados en el Parque El Poblado y sus capacidades son limitadas. Avanzan a 2,7 kilómetros por hora, por lo que solo cubren servicios a un kilómetro a la redonda. Y no son capaces de ir hasta el restaurante por los alimentos, sino que un empleado les lleva el encargo, lo deposita en un compartimiento de 35 por 35 centímetros, en el que solo cabe una pizza tamaño personal o un par de hamburguesas con papas. En las tres semanas de operación han entregado 120 domicilios, y el primero fue para un grupo de enfermeras y médicos, quienes los recibieron con aplausos, a los que los robots respondieron con sus ojos digitales tiernos. Pero en realidad, los kiwibots están muy lejos de amenazar a los repartidores humanos. Su única ventaja es que no se comen los alimentos, pero no resultan para nada costo eficientes. No pueden subir un andén si no hay rampa, así que un empleado de Rappi debe ayudarlos,

Los kiwibots trabajando para Rappi en Medellín.

Están de moda términos pomposos como “transformación digital”, “cuarta revolución industrial” o “economía 4.0”, que resumen la idea que tiene la industria tecnológica de promover estrategias de negocios más audaces en el resto de industrias. Por transformación digital suele entenderse la creación de capacidades en las organizaciones que les permitan volverse más valiosas para los clientes de hoy, que son más digitales y que cambiaron sus patrones de consumo y sus preferencias de contacto y relación con las marcas. Este es un camino sin reversa. “Antes o después del coronavirus, empresas han desaparecido por no hacer esta transformación”, señala Carolina Masso, una consultora que ofrece servicios tecnológicos a empresas en Bogotá. Incluso hay una hoja de ruta del gobierno del presidente Duque para la transformación digital, según la cual, en esta fecha debería haberse capacitado a 63.000 estudiantes de colegios públicos en lenguajes de programación, y a 15.000 empresarios de pymes en tecnologías digitales y comercio electrónico, y los trámites ciudadanos en las instituciones públicas tendrían que estar completamente disponibles en línea.

Naturalmente, la crisis sanitaria puso zancadilla a estos planes. Gamma Ingenieros, la compañía de Carolina Masso, ya recibió noticias de varios clientes; algunos le informaron que quedan detenidos los proyectos hasta nueva orden y otros pidieron renegociar precios. Un cliente le pidió que firmaran contrato de asesoría con la misma tarifa del año pasado y otro le propuso una reducción del 8 por ciento. Le ocurrió lo mismo a las gigantes consultoras internacionales, que asesoran a compañías de gran tamaño y presupuesto. El gerente para Colombia de Tata Consulting Services, Alfredo Gonzáles, dice que entre sus clientes encontraron tres clases de reacciones a la coyuntura del virus. Unos detuvieron completamente la totalidad de sus proyectos de implementación tecnológica, otros desaceleraron el ritmo y detuvieron aproximadamente el 40 por ciento, y hasta el grupo de clientes más visionarios, aquellos que ven la crisis como una oportunidad, han detenido el 10 por ciento de los proyectos de transformación digital.

Lo que hará que la transformación digital continúe o no, tras la cuarentena, está en manos de los bancos y del gobierno. Es la opinión de James Hernández, presidente de Trust Corporate, una consultora de negocios colombiana, para quien el gobierno debe considerar el impacto de la crisis en el empleo y generar las oportunidades de trabajo que se perdieron. “Hay muchos clientes, especialmente del sector comercio, que paralizaron sus proyectos tecnológicos porque están a la espera de la respuesta de los bancos”, informa.

Está demostrado que las economías más competitivas avanzaron rápido en este camino durante los últimos años y que las empresas que estaban más preparadas tecnológicamente pudieron sortear mejor la situación. Javier Echeverri, presidente de ManpowerGroup, una consultora especializada en talento humano, cree que transformarse digitalmente no cuesta tanto y ni siquiera es tecnología lo que se necesita, sino cambios mentales, en las empresas y en los ciudadanos. Un estudio de esta compañía realizado el año pasado, estableció la gravedad del problema de escasez de talento en la industria colombiana. El 53 por ciento de los empleadores tienen dificultades para encontrar trabajadores en los oficios que más necesitan, y lo que más requieren – suena increíble – es plomeros y electricistas. “Necesitamos una revolución de las habilidades de las personas”, afirma Echeverri. Admite que se van a destruir empleos, pero se pueden generar otros, no necesariamente en ingeniería y la ciencia, sino en asuntos técnicos. Este tipo de formación se realiza en ciclos cortos y de bajo costo, muchas veces a través de internet. Un estudio de IBM estima que en los próximos tres años más de 120 millones de trabajadores en las 12 principales economías del mundo tendrán que volver a entrenarse o recalificarse, como resultado de la inteligencia artificial y la automatización.

las innovaciones tecnológicas siempre han sido mal recibidas por los trabajadores, como lo observó Marx desde el siglo 19 cuando analizó la introducción de las primeras máquinas de vapor en Inglaterra.

Ya no tiene sentido reunir en una sala a una junta directiva, porque durante la cuarentena han sesionado a distancia sin mayores inconvenientes. Colsubsidio, una de las cajas de compensación más importantes de Colombia, adoptó una tecnología llamada Healthcare, de la compañía alemana SAP, para agilizar la atención a los pacientes, el agendamiento de citas y la facturación; mientras los bancos pidieron a sus proveedores de computación en la nube más capacidad, y miles de mipymes empezaron a crear sus primeras tiendas virtuales. “La situación actual de emergencia ha apresurado a algunos sectores más que otros, a repensar la manera de continuar con sus operaciones”, dice Patricio Espinosa, gerente de IBM Colombia. Por ejemplo, el gobierno lanzó hace unos días un asistente virtual basado en la tecnología de inteligencia artificial Watson de IBM, para entregar a los ciudadanos respuestas ágiles sobre la Covid-19. Todo el que pudo hizo algo para reaccionar aprovechando la tecnología.

Pero hay algunas líneas que resultan socialmente problemáticas por estos días. La automatización, la robótica y los algoritmos amenazan el empleo. De hecho, las innovaciones tecnológicas siempre han sido mal recibidas por los trabajadores, como lo observó Marx desde el siglo 19 cuando analizó la introducción de las primeras máquinas de vapor en Inglaterra. Matías Laks, gerente de Rappi Colombia aseguró que no tiene un plan para expandir los robots a nivel nacional. Es solo un experimento. La transformación digital es necesaria, pero no tiene que suponer despidos. Alfredo Gonzáles, de Tata. advierte que despedir gente era la típica forma de reducir costos en el pasado, pero la industria 4.0 ofrece alternativas de ahorro más inteligentes, lo que el director de SAP para Colombia y otros países, Marcelo Gamboa, llama “un modelo inteligente de negocios, para apoyar a los humanos, no desplazarlos”. Se puede crear valor en los negocios sin destruir el trabajo humano. Esa debería ser la razón para intensificar la transformación digital de la economía colombiana.

Publicado originalmente en revista SEMANA, edición 1982, abril de 2020

 

 

 

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