El petro entra en escena
El “bitcoin venezolano” debutó en medio de dudas y polémicas acerca de su legitimidad y su futuro.
El presidente Nicolás Maduro anunció la puesta en marcha de la criptomoneda oficial venezolana y desató una encendida polémica internacional. Es evidente que se trata de una operación para sortear las dificultades financieras que afronta el vecino país, debidas a la caída del precio del petróleo, casi su única fuente de divisas, y la imposibilidad de adquirir nuevos empréstitos en dólares, como consecuencia del conflicto con Estados Unidos. Vendiendo 100 millones de petros, espera ganar al menos 3.300 millones de dólares para financiar el gasto público.
La oposición califica al petro como una especie de bono de deuda pública y no realmente como una criptomoneda. Así lo dijo Rafael Guzmán, presidente de la Comisión de finanzas de la Asamblea de Venezuela, quien desestimó el futuro de esta operación y aseguró que no aliviará la dura situación económica que se vive actualmente, y cree que ningún inversionista serio pondrá fondos en esta divisa incierta.
Es verdad que el petro no se parece tanto al bitcoin. Es moneda oficial de un Estado en lugar de iniciativa ciudadana; es emitida por una autoridad central en lugar de creada mediante minería libre por usuarios anónimos; y está respaldada en activos y bienes, lo que constituye una apostasía a los principios más ortodoxos aplicados en la creación del bitcoin. Pero el mundo de las criptomonedas es diverso. Existen actualmente 1.576 monedas virtuales en el mundo y varias de ellas guardan similitudes con el petro, y, de hecho, en términos tecnológicos los diseñadores del petro simplemente se montaron sobre una plataforma existente, llamada NEM, para producir un tipo de moneda más orientada al intercambio y los contratos que al consumo directo, como es el caso del bitcoin. Las criptomonedas, en todo caso, suponen un mundo financiero a salvo del control norteamericano, y es a eso a lo que el gobierno de Venezuela apunta con esta operación: poder financiar el gasto público obteniendo recursos provenientes de este mercado no regulado.
Por lo pronto sólo está en operación la “pre-venta” de petros, y según anuncios oficiales el primer día vendieron casi un millón de dólares. El 1 de abril será abierta al público la compra directa. Su precio está asociado al del petróleo (de ahí su nombre) y el valor inicial de un petro corresponde al de un barril de petróleo, que ronda hoy los 60 dólares.
Adictos al bitcoin
Y aunque para muchos la jugada de Nicolás Maduro parece exótica y desesperada, en realidad el pueblo venezolano está más familiarizado con las criptomonedas que cualquier otro en Latinoamérica. La crisis que la población ha vivido en los últimos años hizo que los venezolanos de a pie encontraran en las criptomonedas una solución a sus problemas de financiación, especialmente mediante la llamada minería de bitcoin, que no es otra cosa que poner computadores a trabajar en el sostenimiento del sistema internacional que monitorea las transacciones en esa moneda, para recibir como compensación algunos bitcoins a cuentagotas. Es posible encontrar madres cabeza de familia en barrios populares de Caracas minando bitcoins y Venezuela es el país con más mineros en el mundo, en virtud del costo casi cero de la electricidad domiciliaria (la minería de bitcoin demanda altos consumos de energía eléctrica). Las cifras de negocios en bitcoin son las más altas de América Latina. El año pasado se reportaron transacciones venezolanas de un millón de dólares semanales en el mercado Localbitcoin, uno de los más populares del continente. Quienes no tienen cuentas en dólares, prefieren cruzar la frontera para vender bitcoins en casas de cambio en Cúcuta y adquirir los bienes que necesitan.
Estados Unidos advirtió que sancionará a las empresas que participen en la compra de petros, y la oposición dijo que es ilegal utilizar un bien público como el petróleo para respaldar una moneda virtual. La comunidad de promotores de las criptomonedas, en cambio, está entusiasmada porque se trata del primer gobierno en el mundo que entra oficialmente al negocio. Carlos Mesa, director de la Fundación Bitcoin Colombia, cree que la prisa con que fue lanzado el petro se explica porque el gobierno venezolano quiere aprovechar la coyuntura de caída del precio del bitcoin para ofrecer una criptomoneda que supuestamente sí goza de respaldo. “El petro es el empujón que el mundo de las criptomonedas estaba esperando”, dijo Arley Lozano, fundador de Panda.Exchange, un mercado de bitcoin enfocado en Venezuela y Colombia. Él está convencido que otros gobiernos se animarán a lanzar proyectos similares si el experimento venezolano tiene éxito. Sólo a partir de abril se sabrá si el petro trae oxígeno al gobierno de Maduro o termina convertido en la criptomoneda número 1.577.
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