La criptomoneda que no lo es

¿Qué hay realmente detrás de “Libra”, la criptomoneda de Facebook?

Facebook anunció oficialmente su ingreso al mundo financiero. No es una sorpresa, puesto que Mark Zuckerberg ya había explicado sus planes de convertir la plataforma en mucho más que un lugar para difundir noticias falsas y compartir selfies. Las redes del futuro serán espacios para el comercio electrónico, en donde los usuarios hacen casi todo, desde pedir un taxi hasta recibir atención médica, sin salir nunca de allí, como ocurre con WeChat en China. El anuncio de una criptomoneda que competirá con el bitcoin y con Ethereum realmente conmocionó a la economía digital, por el alcance de Facebook con sus más de dos mil millones de usuarios. Y las reacciones en contra no se hicieron esperar.

La criptomoneda se llama Libra, y es una iniciativa de Facebook con la pretensión de que funcione de manera independiente, gracias a una alianza con otras empresas (entre ellas Visa, Mastercard, PayPal y Uber), en un consorcio que se hará cargo de la administración y respaldo. Se basa, naturalmente, en blockchain, la tecnología segura que está de moda. Blockchain es como un gran libro contable público y distribuido, que opera no en un servidor central sino en los computadores de una red de miles de usuarios que tienen copias del libro, de tal manera que cada cambio es anotado en todas las copias y está a la vista de todos los participantes de la red. El bitcoin es la criptomoneda más famosa basada en blockchain, y Facebook lanzará una similar a mediados de 2020. ¿Qué gana? Si sus más de dos mil millones de usuarios la utilizan regularmente, una parte significativa de las transacciones de comercio electrónico mundiales pasarán por allí, así como los giros de remesas y los pagos en línea para multitud de servicios. Transcurrirán décadas antes que bitcoin alcance semejante importancia en la economía global, pero Libra podría lograrlo rápidamente, debido al poder de Facebook.

La empresa creó una subsidiaria financiera, llamada Calibra, y ya está lista una billetera digital con el mismo nombre, mediante la cual un usuario de Whatsapp o de Messenger podrá girar y recibir dinero en Libras y hacer compras en línea.

El primer problema con Libra es que no es creíble que será una criptomoneda independiente y descentralizada, como rezan los cánones. Prácticamente nadie cree actualmente en la palabra de Zuckerberg y desde luego, es seguro que los datos financieros de los usuarios de la billetera Calibra serán utilizados por Facebook para venderlos a terceros y transarlos clandestinamente en los mercados de Big data, con fines de marketing, a pesar de que la semana pasada Facebook juró que no lo hará.

Creada por Facebook, una gran empresa privada con ánimo de lucro, Libra podría significar la privatización del concepto de criptomonedas, que nació con un sentido muy diferente, buscando la libertad de transacciones financieras entre las personas sin la intermediación de bancos ni de corporaciones, en un entorno tan libre como era Internet al principio. Hay varios argumentos para dudar de que Libra sea una criptomoneda en rigor. Las criptomonedas no están atadas a ningún respaldo convencional, como oro, petróleo u otras monedas reales (por eso bitcoin es tan inestable, porque su valor depende exclusivamente de oferta y demanda); pero Libra estará atada a un fondo de capital que ya va por los mil millones de dólares, y el cual es propiedad del consorcio de empresas, y la tecnología blockchain será controlada por estas compañías. Libra no creará monedas mediante el sistema de minería que utiliza bitcoin, sino que quienes controlan los nodos de la red – es decir, las empresas del consorcio – pondrán capital en dólares para acuñar monedas cada vez que se necesite.

Europa saltó el mismo día del anuncio, advirtiendo que intensificará los controles regulatorios sobre esta iniciativa de Facebook, que considera peligrosa. Y varios congresistas norteamericanos, exactamente los de la comisión bancaria del Senado, proclamaron su desacuerdo porque justamente se discute por estos días la manera de fraccionar a Facebook para restarle poder monopolístico. Así que el camino no es fácil para este proyecto.

Publicado originalmente en revista SEMANA, edición 1939, junio de 2019

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