¿Por qué la tecnología está en el centro de la nostalgia ochentera?

Otras décadas son recordadas por la música, la rebeldía política o el estilo de vida, pero los ochenta son recordados por la tecnología. ¿Cómo se explica este fenómeno?

Los ochenta están de moda y la pregunta para hoy es: ¿Por qué? Podría ser el resultado de una bien pensada estrategia de mercadotecnia. Se sabe, por ejemplo, que cuando a Hollywood llega una sequía de creatividad, la solución es reencauchar historias clásicas. Probablemente el éxito de Stranger Things es sólo un ejemplo de la carrera por explotar esa veta promisoria que nos ha traido “remakes” de Robocop y Depredador, y se sabe que están por ver la luz continuaciones de Gremlins, los Goonies, Terminator y Conan, todas ellas emblemáticas cintas de los inolvidables años ochentas.

La industria de la moda también se subió a este viaje al pasado y nos ofrece líneas completas ochenteras, y en los videojuegos ha tomado auge la tendencia de diseño PixelArt, inspirado en el look ochentero de los éxitos de entonces, como Pac-Man y Super Mario bros. También han retornado el casete y el disco de vinilo.

La década de los ochenta fue como una bisagra entre el mundo anterior y el actual, y nos permitió, a quienes tuvimos el privilegio de vivir aquellos años, disfrutar los últimos días del humano sin adicción tecnológica.

Pero no todo puede explicarse como una receta manida de los estrategas del marketing. En realidad, la entonces bautizada generación X (los nacidos entre 1961 y 1979) tiene una cuota en esta nostalgia. Son los padres cuarentones y cincuentones de hoy y se aferran a sus recuerdos más emotivos, como un par de décadas atrás se añoraban los años setenta.

Desde el punto de vista tecnológico también hay unas palabras que decir. Por una parte, como observa Francisco Miguel Espinosa en El País, los años ochenta (que en realidad “alargaron su sombre” hasta la década siguiente) fueron los últimos que el mundo vivió antes de la revolución de Internet. “La última generación que se crió casi sin cables”. Se podía vivir sin smartphones, se escribían las últimas cartas que fueron enviadas en sobres por el sistema postal y si alguien no llegó a una cita, había que esperar hasta que pudiésemos hablarle por un teléfono fijo, tal vez al día siguiente, para saber que ocurrió.

Y agrego una observación personal: la tecnología está en el centro de la nostalgia ochentera de hoy, probablemente porque fue en esa década cuando se originaron los cimientos de la revolución en la cultura digital que vendría después. En los ochenta nace el PC, que lo cambiaría todo. Nace el teléfono celular – que ese sí que lo cambió todo dos décadas más tarde -. Y el Walkman, inventado en 1979 pero erigido como el gadget de los ochenta, que estableció el primer diseño indivisualista de la era tecnológica actual. También se dio en ese periodo la consolidación del alquiler de video, antepasado del streaming actual. Así que la década de los ochenta fue como una bisagra entre el mundo anterior y el actual, y nos permitió, a quienes tuvimos el privilegio de vivir aquellos años, disfrutar los últimos días del humano sin adicción tecnológica.

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