Los teléfonos que se doblan romperán tus bolsillos. Literalmente
No sólo por sus estrambóticos precios de hasta 2.600 dólares, sino por su tamaño y peso, el doble de los smartphones actuales.
Pasadas algunas semanas de la febril noticia que sacudió al mundo de los teléfonos, la aparición oficial de los primeros smartphones con pantalla plegable yque se doblan como una billetera – como el Mate X de Huawei y el Galaxy Fold de Samsung – empiezan a formularse las preguntas inevitables. ¿Quién quiere un teléfono más grande que los ya de por sí grandes formatos actuales? Si no pegaron las tabletas de 9 pulgadas, ¿por qué volver de ese tamaño un teléfono? ¿Aguantarán esas pantallas doblarse decenas de veces al día, si son de plástico como ya se sabe, cuando las más finas de tecnología Amoled se rayan al primer roce con las monedas o las llaves en nuestros bolsillos?
Hay más preguntas urticantes, pero antes repasemos rápidamente quiénes son estos nuevos y rimbombantes personajes del universo gadget. La legendaria Xerox, inventora del ratón y de la interfaz gráfica de los computadores, ya había trabajado, por allá en los setenta del siglo veinte, en el concepto de pantallas flexibles. Y en 2013 la coreana LG presentó las primeras pantallas curvas en un teléfono. No se doblan, pero la curvatura fue un paso extraordinario, aunque claramente no tenía ninguna utilidad.
Pero entre los grandes jugadores de la industria móvil, Samsung dio el primer golpe, cuando el pasado 20 de febrero presentó en San Francisco el Galaxy Fold. Una belleza y una proeza de ingeniería y diseño. Pero los “wow!” del auditorio Bill Graham se doblaron– como el teléfono – en “wooowww!” cuando se anunció el precio: ¡1.900 dólares! ¿Cuántos piensa vender la empresa coreana, que ya se vio a gatas el año pasado con las ventas de su teléfono estrella, el Galaxy S9? El Galaxy Fold es un derroche de características: tres cámaras en la cara posterior: un lente normal, un gran angular y un teleobjetivo. Y dos cámaras frontales. Una pantalla grande (la que se despliega) de 7,3 pulgadas, que se encuentra en la cara interior, y una pequeña frontal de 4,6 pulgadas, que se ve cuando el dispositivo está doblado y es la que uno usará para hacer llamadas. Procesador Snapdragon 855 y 12 GB de RAM. Precio: 1.900 dólares. Un video oficial muestra detalles del dispositivo.
Una semana después, la china Huawei respondió al desafío, presentando en Barcelona el Mate X, con pantalla flexible. El Mate X tiene un diseño diferente. Doblado tiene una pantalla frontal de 6,6 pulgadas, y una posterior de 6,3 pulgadas. Cuando se “desdobla”, las dos pantallas se convierten en una sola, de 8 pulgadas y resolución de 2480 x 2200 pixeles. Una tableta pequeña. El procesador es un Kirin 980 (propio de Huawei), y tiene cámaras Leica, una frontal y tres posteriores. Precio: 2.300 euros.
Pero, esta innovación revolucionaria desde el punto de vista de ingeniería y de diseño, ¿es de aquellas que cambian la historia de la industria y el consumo, como cuando apareció el iPod? ¿O quedará sepultada en el panteón de curiosidades y rarezas tecnológicas, como otros esfuerzos fallidos de las grandes marcas por impulsar sus ventas? Recordemos que los llamados “phablet”, unos dispositivos que pretendía ser mitad teléfono y mitad tableta, no lograron más del 5 por ciento del mercado y desaparecieron rápidamente, hace apenas unos años.
Doblados, ocupan el espacio de dos smartphones actuales pegados uno al otro. No se sabe cómo recibirán esto los consumidores.
Hay preguntas acerca de las pantallas. Se sabe que son pantallas, al menos en estos modelos de exhibición, construidas con material plástico. ¿Qué tecnología tendrán las pantallas que llegarán al mercado finalmente? ¿Aguantarán el uso y el abuso?
Desde luego, los fanáticos de la tecnología esperan ansiosos la llegada a las vitrinas de estos teléfonos. La experiencia de ver una serie de Netflix en un formato superior al de un teléfono actual, sin tener que llevar un segundo dispositivo, es seductora. La magia que encierra una pantalla flexible es innegable. Pero es prematuro para saber si estamos ante una revolución en la historia del teléfono.
¿Qué piensas?